Un claro indicador del deterioro de una almohada es la incomodidad que ésta provoca. Es decir, si amanecés con dolores en tu cuello o molestias de cualquier tipo, ya es momento de pensar en renovarla. La almohada debe gratificar y no ser un obstáculo al descanso adecuado, por lo tanto, siempre preguntate si tu almohada sigue siendo cómoda.
Independientemente que una persona prefiera una sensación de suavidad o de mayor firmeza, una almohada siempre debe entregar un soporte adecuado. Esto es clave para mantener una correcta posición al dormir mediante la alineación de cabeza, cuello y hombros. Si esto no ocurre, la almohada ya no facilitará un descanso adecuado y será el momento de renovarla.
Una almohada siempre tiene que estar en óptimas condiciones, el desgaste es fácilmente identificable. Las siguientes razones son evidencias de que ha llegado el momento de renovarla:
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Si el relleno se aglomera o deshace.
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Si la tela ya está deteriorada.
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Si su superficie está deformada o baja.
Con el paso del tiempo las almohadas también sufren un desgaste natural que van haciendo variar sus características originales. La vida útil se estima dependiendo de la materialidad, el uso, la higiene y el cuidado que se les preste.
- Es importante que las ventiles constantemente.
- Sigue siempre las instrucciones de lavado y secado.
- Si llega a caer líquido sobre la almohada, asegurate de secar completa y rápidamente.
- No las expongas directo al sol, ya que puede provocar la proliferación de ácaros y hongos.
- Podés protegerlas con fundas de algodón, las que se deben lavar todas las semanas.